19 de febrero de 2008
Ayer fue un día de luz y color para Mariano Fernández Bermejo, que salió a la luz tras bajarse del guindo y pasear por la vida como si no hubiera caído nada en esta última semana desde que El Mundo nos contó a todo que el ministro de Justicia no es de los de la chapú de Ikea. Como margarita por el campo, el gato pardo de la justicia socialista saltó a los campos de mítines de Murcia diciendo cosas como éstas: "se nota que estamos en campaña y hay quien está dispuesto a manipular". Después, tan ancho, duerme a pierna suelta soñando con volver a su suite que ha entrado en el Guiness de las reformas de pisos oficiales más caras para la Administración. Si un inmueble necesita en tan poco tiempo los cambios estructurales de Javier Arenas, María Antonia Trujillo y Bermejo, lo mejor que puede hacer el Estado es devolver la propiedad al caradura que la arrienda.
"Se nota que estamos en campaña y hay quien está dispuesto a manipular". No sé si lo dice por la inclinación natural de Zapatero a manipular sus conversaciones con ETA, o si se refiere al maquillaje de cifras del paro de Jesús Caldera. No sé, incluso, si el ministro hace una referencia autobiográfica al hablar de manipulación de la justicia al convertirla en un comité de expertos al servicio del Gobierno de turno.
La verdad es que no deja de ser curioso ver a un señor como Bermejo desgallitándose en el preludio de esta campaña electoral. Sus mítines son como un pregón de Semana Santa de Sevilla, pero con contenido cien por cien laico. Un hombre equitativo, convertido en el roedor del PSOE. Un socialistas que vive como un millonario. Este ministro es todo un artista. Se le ve en la cara, y en las cejas.
Ayer fue un día de luz y color para Mariano Fernández Bermejo, que salió a la luz tras bajarse del guindo y pasear por la vida como si no hubiera caído nada en esta última semana desde que El Mundo nos contó a todo que el ministro de Justicia no es de los de la chapú de Ikea. Como margarita por el campo, el gato pardo de la justicia socialista saltó a los campos de mítines de Murcia diciendo cosas como éstas: "se nota que estamos en campaña y hay quien está dispuesto a manipular". Después, tan ancho, duerme a pierna suelta soñando con volver a su suite que ha entrado en el Guiness de las reformas de pisos oficiales más caras para la Administración. Si un inmueble necesita en tan poco tiempo los cambios estructurales de Javier Arenas, María Antonia Trujillo y Bermejo, lo mejor que puede hacer el Estado es devolver la propiedad al caradura que la arrienda.
"Se nota que estamos en campaña y hay quien está dispuesto a manipular". No sé si lo dice por la inclinación natural de Zapatero a manipular sus conversaciones con ETA, o si se refiere al maquillaje de cifras del paro de Jesús Caldera. No sé, incluso, si el ministro hace una referencia autobiográfica al hablar de manipulación de la justicia al convertirla en un comité de expertos al servicio del Gobierno de turno.
La verdad es que no deja de ser curioso ver a un señor como Bermejo desgallitándose en el preludio de esta campaña electoral. Sus mítines son como un pregón de Semana Santa de Sevilla, pero con contenido cien por cien laico. Un hombre equitativo, convertido en el roedor del PSOE. Un socialistas que vive como un millonario. Este ministro es todo un artista. Se le ve en la cara, y en las cejas.
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