Foto: EFE
11 de diciembre de 2007. Si ANV acaba siendo un partido ilegal, entonces habría que sentar en el banquillo a todos los que han aupado a los terroristas hasta encontrar un hueco en las instituciones democráticas, a pesar de que había pruebas evidentes de que eran ETA sin pasamontañas por muchas excusas de los dirigentes del Gobierno e incluso de los jueces y fiscales que dieron su visto bueno con sonrisa cómplice. Mientras toda España sabía perfectamente que ANV era Batasuna disfrazada de cordero llevado al matadero sin tener información clasificada, los que velan y conducen por nosotros miraban para otro lado liándose la manta a la conciencia. Ayudaban así a poner bombas lapas en los consistorios provinciales donde los concejales democráticos han vivido un año en el infierno de las miradas asesinas y las amenazas encubiertas.
Ilegalizar ANV es un honoris causa por la entrega incondicional a los abertzales radicales para todos y cada uno de los miembros del ejecutivo de Zapatero, y para todos los jueces y fiscales estrellas que han relevado la justicia al interés político de cada instante. Será el acto solemne para cubrir de gloria las vergüenzas de los que han sido verdugos de la libertad por muchas florituras verbales que les haya permitido tanta hipocresía.
Repudiar a ANV y todo lo que huela a asesinos de guardia civiles, además de una necesidad imperiosa creada por Zapatero, es liberar de la cadena perpetua a gente como Regina Otaola. Será otra canonización de mártires, pero de la guerra que se libra entre irracionales en el País Vasco y los que azuzan sus pesquisas desde el centro de Madrid.
martes, 11 de diciembre de 2007
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