miércoles, 24 de octubre de 2007

Lady Esparto

Foto: EFE
24 de octubre de 2007. Magdalena Álvarez tuvo que dimitir al segundo día de dedicarse profesionalmente a la política. No lo hizo, y perdió otra oportunidad de oro cuando fue consejera del gobierno andaluz. De ahí pasó a Madrid de la mano de Manuel Chaves que no sabía bien como quitársela de en medio. De regalo, llegó también a Moncloa la peculiar Carmen Calvo, una que fue ministra de Cultura. Consciente de ser elegida como simple parte de la cuota andaluza que pedía Zapatero para el ejecutivo central, empezó la legislatura como una mujer discreta hasta que empezaron a atascarse los problemas en la cola de impresión y la inoperancia supina irrumpió saliéndose por los bordes.
Magdalena Álvarez, además, tiene un problema personal: no sabe diferenciar entre la realidad y los deseos, y al final hace declaraciones de ciencia ficción hasta decir que las cosas son como no las ve nadie. Pasó con el fuel derramado sobre las costas de Ibiza y ocurre ahora con las obras del AVE en Barcelona. Se cae el mundo a sus pies pero ella avanza, atrapada entre los hierros, ondeando la bandera de la verdad idealizada sin sucumbir al catastrofismo de los que critican su gestión. Y no sólo avanza a trompicones, sino que sigue ocupando un hueco en este gobierno que descarrila también con problemas de interpretación entre el mundo sensible y el mundo de las ideas. Ella era una de las equis fijas en la quiniela de destituciones cuando Zapatero envió a casa a Calvo, a Trujillo y a Sevilla. Le tembló el pulso y ahora le temblarán las urnas catalanas por culpa de Lady Aviaco.
Que el Gobierno está preocupado con las crisis de los transportes públicos en Cataluña es evidente: lo dejó claro ayer María Teresa Fernández de la Vega al intruducir en la guerra a OHL y presentar su particular conspiración. Forma parte de la función de la vicepresidenta: mientras Zapatero sonríe en los vídeos, ella es la que crispa el ambiente. Pues si ella es la Dama de Bronce, la provocadora de la oposición y de todos los que desean que se acabe pronto esta prueba, Magdalena es la Dama de Esparto, una política incómoda que deja huella allá por donde pasa.