9 de enero de 2008
Tensión en Ciudad del Vaticano. Un tal José Blanco ha disparado con palabras sobre Benedicto XVI y las jerarquía de la Iglesia está temblando. Gabinetes de crisis entre los dicasterios romanos. Lectura rápida de los manuales sobre cómo solventar un problema diplomático de estas dimensiones. Reuniones secretas en la cumbre. Expertos que entran y salen por el Portone di Bronzo con gesto de preocupación infinita. Negociadores fumando compulsivamente por entre las columnas de Bernini buscando una solución al conflicto institucional provocado por el pensador de campanillas del PSOE...
José Blanco sabe lo barato que sale arremeter contra el Papa. Es de los que piensa que ser católico sin vivir en comunión con la cabeza es una actitud coherente, como José Bono. De esos que son capaces de relegar su fe al rango de adorno, y eso, tal y como están las cosas, es sinónimo de apostasía. Lo que quiere Blanco en su indescriptible ingenuidad -sin acritud- es que la Iglesia inicie una campaña para modificar las tablas de la Ley, borrar unos cuantos mandamientos e incluir un sencillo "deshonrarás a los que no piensan como tú y contra ellos desatarás la guerra contra los infieles"... como si esto fuera lo mismo que reinventar un estatuto de autonomía. Después de sus reconocidas investigaciones, de sus sesudos estudios sistemáticos y de sus recurrentes publicaciones, el secretario de organización del PSOE espera intimidar al Papa para que rompa con la doctrina de la Iglesia sobre la familia.
Blanco está feliz promoviendo la campaña anti Rouco. Atrás quedan sus obsesiones anti Jiménez Losantos y anti Aznar. Son los coletazos del imperio del talante. Un hombre inseguro siempre necesita un contrincante. Un partido al borde de la quiebra siempre requiere tener el punto de mira fuera de sí mismo para buscar a los culpables de su caótica gestión. Sin embargo, parece que si el PSOE no hubiera removido el serio respaldo de los españoles a la convocatoria de los obispos para defender a las familias, todo se hubiera quedado en una foto de llenazo en Colón y dos o tres días más de reacciones. Un hombre cabal debe saber con quién se enfrenta, y esperar de la Iglesia mensajes contrarios a los de la tradición cristiana es vivir en los Mundos de Yupi.
La verdad: que Blanco se esguince el cerebro con declaraciones de este calibre es como para pasarse los días temiendo los efectos colaterales del eco internacional de sus proclamas. Qué suerte tiene el mundo de no tener el gusto de conocer a un personaje así. Es un Blanco perfecto. Lo mejor para curar el estrés. Y eso que sus palabras no se recogen ni siquiera en el dossier de prensa de la parroquia de Nuestra Señora del Socorro de Bollullos de la Mitación...
Tensión en Ciudad del Vaticano. Un tal José Blanco ha disparado con palabras sobre Benedicto XVI y las jerarquía de la Iglesia está temblando. Gabinetes de crisis entre los dicasterios romanos. Lectura rápida de los manuales sobre cómo solventar un problema diplomático de estas dimensiones. Reuniones secretas en la cumbre. Expertos que entran y salen por el Portone di Bronzo con gesto de preocupación infinita. Negociadores fumando compulsivamente por entre las columnas de Bernini buscando una solución al conflicto institucional provocado por el pensador de campanillas del PSOE...
José Blanco sabe lo barato que sale arremeter contra el Papa. Es de los que piensa que ser católico sin vivir en comunión con la cabeza es una actitud coherente, como José Bono. De esos que son capaces de relegar su fe al rango de adorno, y eso, tal y como están las cosas, es sinónimo de apostasía. Lo que quiere Blanco en su indescriptible ingenuidad -sin acritud- es que la Iglesia inicie una campaña para modificar las tablas de la Ley, borrar unos cuantos mandamientos e incluir un sencillo "deshonrarás a los que no piensan como tú y contra ellos desatarás la guerra contra los infieles"... como si esto fuera lo mismo que reinventar un estatuto de autonomía. Después de sus reconocidas investigaciones, de sus sesudos estudios sistemáticos y de sus recurrentes publicaciones, el secretario de organización del PSOE espera intimidar al Papa para que rompa con la doctrina de la Iglesia sobre la familia.
Blanco está feliz promoviendo la campaña anti Rouco. Atrás quedan sus obsesiones anti Jiménez Losantos y anti Aznar. Son los coletazos del imperio del talante. Un hombre inseguro siempre necesita un contrincante. Un partido al borde de la quiebra siempre requiere tener el punto de mira fuera de sí mismo para buscar a los culpables de su caótica gestión. Sin embargo, parece que si el PSOE no hubiera removido el serio respaldo de los españoles a la convocatoria de los obispos para defender a las familias, todo se hubiera quedado en una foto de llenazo en Colón y dos o tres días más de reacciones. Un hombre cabal debe saber con quién se enfrenta, y esperar de la Iglesia mensajes contrarios a los de la tradición cristiana es vivir en los Mundos de Yupi.
La verdad: que Blanco se esguince el cerebro con declaraciones de este calibre es como para pasarse los días temiendo los efectos colaterales del eco internacional de sus proclamas. Qué suerte tiene el mundo de no tener el gusto de conocer a un personaje así. Es un Blanco perfecto. Lo mejor para curar el estrés. Y eso que sus palabras no se recogen ni siquiera en el dossier de prensa de la parroquia de Nuestra Señora del Socorro de Bollullos de la Mitación...