martes, 23 de octubre de 2007

Estatut y circo


Foto: EFE

23 de octubre de 2007. Quería tomar el tren que me lleva desde la Plaza del Sentido Común hasta la Avenida de la Tolerancia, pero al final la Administración ha decidido que coja un autobús hasta la sede del Palacio del Estatuto, un lugar que nos ha cogido a desmano a todos los usuarios del transporte público catalán. Es lo mismo que le ocurrió a un amigo que pretendía ir en verano a la calle Apagones y se encontró en un callejón sin salida cerca de Cacerolada, la parada del metro más próxima a la sede del Ayuntamiento de Barcelona.
Si reuniéramos las páginas de los cuadernos de viajes urbanos de los ciudadanos de a pie de la Cataluña real, tendríamos líneas suficientes para envolver en críticas al Gobierno central, al autonómico y al local por la pésima gestión de las infraestructuras que han hecho a lo largo de esta legislatura. Da pena ver el empeño que ha puesto la Administración en pelear las superestructuras normativas separatistas mientras se ha olvidado de los pilares, y al final se les está desmontando la historia. Y lo que es peor, se les está cabreando la gente antes de las elecciones generales, con el miedo que el PSOE le tiene a Barcelona. Maragall tiene motivos para no acordarse y el resto de responsables políticos encontrarán sus respectivas excusas para salir del socavón que generará esta situación en las urnas. Habrá Carmel en los comicios generales. Después de un mandato presidencial centrado en dar a Cataluña todos sus caprichos, el tiro no le ha podido salir más por la culata a Zapatero: socialistas divididos, nacionalismo exhacerbado en sus filas, brotes de republicanismo crematorio... Desde luego, ¡cómo son! Les das la mano y te quitan el sillón de la Moncloa...