jueves, 18 de octubre de 2007

El lado oscuro de Bermejo

Foto: EFE
18 de octubre de 2007. Dice Mariano Fernández Bermejo (el letrado reconocido internacionalmente por su imparcialidad, su acierto en el juicio, su prudencia, su equilibrio y su recato en las declaraciones), que si se dieran las circunstancias de nuevo, apostaría por iniciar otra vez las conversaciones con ETA. Es como para ir al ministerio a darle un cosquis o como para otorgarle un gallifante, porque hasta un estudiante de primaria tiene más luces y más sentido común que el señor ministro de Justicia, un politizador nato del poder legislativo do los haya.
A quién se le ocurre mentar el diálogo con los terroristas en un momento en el que todos sentimos como se preparan a nuestras espaldas los coches bombas y las bombas lapa; mientras se cargan las pistolas y se animan las reuniones batasunas tramando las pautas para asesinar de nuevo. Mientras Bermejo se sale del tiesto sin frenar su incontinencia oral, los etarras están pensando en cómo pegar el tiro definitivo que se lleve una nueva víctima al limbo del olvido socialista.
Hablamos de ministros ineficaces como Carmen Calvo, María Antonia Trujillo, Cristina Narbona, e incluso la mismísima estrellita de la ilusión, Carmen Chacón. Hemos hablado de políticos irresponsables como Pepiño Blanco o, sin ir más lejos, el propio Zapatero, hombre de Estado incuestionable. Incluso en alguna ocasión hemos criticado a algún que otro referente de la política nacional tonto de los de Forrest Gump.
Lo que quizás se nos haya olvidado destacar es que también tenemos ministros con lado oscuro. Da miedo pensar en el lado oscuro del que tiene la sartén por el mango. Imagínense el miedo que deben estar pasando Otaola y los mártires de Euskadi cuando el guardián de la Justicia del Estado vomita estas frivolidades. Es como para vomitarle a él encima el nombre de todos los muertos de miedo que viven en la oscuridad del lado más tenebroso del País Vasco. Sin acritud.