25 de julio de 2007. En España, donde hay patrón, manda Zapatero. La prueba más clara: que el día de Santiago no sea fiesta laboral en todo el país. Poco a poco, el presidente "rojo" del Gobierno progresa en su afán de ahogar las raíces cristianas. Punto y aparte.
Si ya estábamos preocupados con la escasa estabilidad de la nación, llegó el CNI y apuntaló nuestras sensaciones. Creo que lo de menos en toda esta insólita historia es que haya un topillo amigo de Rusia, porque sabemos que habrá muchos más agentes dobles, como es lógico, entre los servicios de inteligencia. Para mí, lo más superficial del asunto es que el director del CNI, Alberto Saiz, haya ofrecido una rueda de prensa en la meca de la seguridad española. Lo más grave de esta crisis es que el CNI ha demostrado que también está politizado, que también entra al juego, sibilinamente, como hacen los espías, de dividir a España entre los bandos de antes y después del 11 de marzo de 2004. Pasa como en los países gobernados por regímenes populistas con servicios de seguridad estrechamente vinculados al partido que gobierna. A un lado la seguridad, y al otro, la justicia militante...
Como diría Alfonso Guerra, pero con otras palabras, entre la España de Santiago y la España de Zapatero hay diferencias abisales. Todos los poderes duermen juntos en Moncloa. Que el CNI rompa aguas y de a luz una torpeza tras otra en los últimos meses (recuérdese el seguimiento a Manuel Pizarro) significa que en este país llueve sobre mojado. Nos pasa como en el Tour, cada vez aparecen más casos de dopping y la gente empieza ya a sospechar de todos...
Si ya estábamos preocupados con la escasa estabilidad de la nación, llegó el CNI y apuntaló nuestras sensaciones. Creo que lo de menos en toda esta insólita historia es que haya un topillo amigo de Rusia, porque sabemos que habrá muchos más agentes dobles, como es lógico, entre los servicios de inteligencia. Para mí, lo más superficial del asunto es que el director del CNI, Alberto Saiz, haya ofrecido una rueda de prensa en la meca de la seguridad española. Lo más grave de esta crisis es que el CNI ha demostrado que también está politizado, que también entra al juego, sibilinamente, como hacen los espías, de dividir a España entre los bandos de antes y después del 11 de marzo de 2004. Pasa como en los países gobernados por regímenes populistas con servicios de seguridad estrechamente vinculados al partido que gobierna. A un lado la seguridad, y al otro, la justicia militante...
Como diría Alfonso Guerra, pero con otras palabras, entre la España de Santiago y la España de Zapatero hay diferencias abisales. Todos los poderes duermen juntos en Moncloa. Que el CNI rompa aguas y de a luz una torpeza tras otra en los últimos meses (recuérdese el seguimiento a Manuel Pizarro) significa que en este país llueve sobre mojado. Nos pasa como en el Tour, cada vez aparecen más casos de dopping y la gente empieza ya a sospechar de todos...