miércoles, 6 de junio de 2007

Renovarse o morir

Foto: EFE
6 de junio de 2007. Pasemos la página de Zapatero y pensemos en el futuro. Supongamos que todo vuelve a su cauce y se restituye el equilibrio nacional más o menos reinante antes del 11M y gana las elecciones generales del año que viene Mariano Rajoy. El PP sucumbió en 2004 no sólo por la Guerra de Irak o el Prestige. La mayoría absoluta de Aznar le sirvió para seguir construyendo un país como Dios manda pero fue la excusa perfecta para convertirse en un partido tibio, la plataforma ideal para quedar bien con todo el mundo, incluso con Prisa, que cavó la fosa del presidente popular entre el 11 y el 14 de marzo de aquel terrible año. Pensaría Aznar que Polanco iba a cambiar su fanatismo anti-todo-lo-que-no-sea-progre...
Si el PP quiere ser una alternativa consistente tiene que regenerar la flora intestinal del partido. El proyecto 2008-2012 de Rajoy debería ser la ocasión para abandonar el lastre de la derecha política: sentar la cabeza, remarcar sus ideas madres y dar esquinazo a los que se meten en política para ganar dinero sin ser los mejores candidatos para darle la vuelta a la tortilla española. Eso significaría reciclar las estructuras y repensar las cosas para contar con gente nueva, independientes con peso. En el PP hay mucho cadáver que debería abandonar el barco por el bien de la causa, como Javier Arenas, que no conseguirá nada nuevo en las autonómica andaluzas del año que viene; José Piqué, paradigma del "no ser profeta en su tierra"; Eduardo Zaplana, ausente durante la campaña electoral, recluido en la portavocía del Congreso de los Diputados y relegado a un sexto plano después de las arrolladoras victorias de Camps y Barberá. Acebes también está en el límite: es una buena persona, que no es poco, y creo que se ha dejado la vida como ministro y como mano derecha de Rajoy en estos años de oposición, pero ya no es imprescindible... El PP necesita el tiró de gente como María San Gil, Esperanza Aguirre o el propio Camps. Gente de la casa, cosecha propia, muy capaces y sin intereses personales de por medio. Luego está Gallardón, que marcará la pauta pero como punto y aparte.
Pretender llegar a La Moncloa de la mano de Elorriaga, Trillo, Acebes y Pastor sería un riesgo innecesario para Rajoy y para todos los que están deseando que se acabe pronto esta prueba. Renovar la cúpula, como ha hecho Sarkozy, sería dejar de estar ni frío ni caliente, tener criterio para avanzar.