12 de junio de 2007. Manuel Chaves va a por su quinta legislatura como presidente de la Junta de Andalucía. Desde que en 1990 llegó al feudo por excelencia del PSOE no hay nadie capaz de moverle de su sitio. En estos 17 años el líder socialista ha conseguido instaurar un modo de vida en la comunidad andaluza con el que es imposible la alternancia política, a pesar de ser una opción tan saludable. Otros hablan de régimen.
Pero el problema de Andalucía no es Chaves, a pesar de que en estos lustros como cabeza visible del gobierno regional no ha hecho que el sur prospere y Andalucía siga estando abajo en todos los ránkines… menos en los del paro. Decía que el problema no es que el último barón del socialismo de Felipe González campe a sus anchas por las tierras andaluzas: el verdadero problema de Andalucía es que el Partido Popular nunca ha confiado en ella.
Para la dirección nacional del PP, Andalucía ha sido siempre un campo minado, una conquista imposible, un quiste en sus intenciones electorales. Ni siquiera ser la fuerza más votada en todas las capitales de provincia, como ha ocurrido en las últimas elecciones autonómicas, es un aliciente para que Rajoy (antes fue Aznar) se implique en el reto de conseguir que el PP llegue a la sede del Palacio de San Telmo: lo demuestra claramente que el candidato vuelva a ser Javier Arenas. Ni él ni Teófila Martínez tienen nada que hacer contra ese hombre del que González decía que “es una persona buena que tiene la suerte de que se le note en la cara”.
Pero el problema de Andalucía no es Chaves, a pesar de que en estos lustros como cabeza visible del gobierno regional no ha hecho que el sur prospere y Andalucía siga estando abajo en todos los ránkines… menos en los del paro. Decía que el problema no es que el último barón del socialismo de Felipe González campe a sus anchas por las tierras andaluzas: el verdadero problema de Andalucía es que el Partido Popular nunca ha confiado en ella.
Para la dirección nacional del PP, Andalucía ha sido siempre un campo minado, una conquista imposible, un quiste en sus intenciones electorales. Ni siquiera ser la fuerza más votada en todas las capitales de provincia, como ha ocurrido en las últimas elecciones autonómicas, es un aliciente para que Rajoy (antes fue Aznar) se implique en el reto de conseguir que el PP llegue a la sede del Palacio de San Telmo: lo demuestra claramente que el candidato vuelva a ser Javier Arenas. Ni él ni Teófila Martínez tienen nada que hacer contra ese hombre del que González decía que “es una persona buena que tiene la suerte de que se le note en la cara”.
En Andalucía hace falta un antídoto revulsivo que podría ser el PP, pero antes de aplicarlo hay que pensar. Meter cabeza también en el sur. Además, invertir en una de las regiones más pobladas de España es pan para hoy y pan para mañana.