viernes, 30 de noviembre de 2007

O frío, o caliente

Foto: EFE
30 de noviembre de 2007. Mercedes Aroz y José Bono: dos historias paralelas.
Historia 1. Mercedez Aroz deja la política. No hay tramas urbanísticas ni guateques. No hay tres por cientos ni intereses personales más allá de su cargo como diputada del Partido Socialista Catalán. De raíces marxistas, Aroz fue de las fundadoras del partido que acoge hoy a José Montilla: una rama del socialismos radical que boquea después de rebajarse al nivel de los nacionalismos independentistas más provocadores y agresivos. Un día tras otro, Mercedes Atroz, desde la Comisión de Presupuestos del Parlamento Catalán, defiende los postulados del partido. Aunque parezca un milagro especialmente sensible, los políticos también se caen del caballo. Con toda la clase del mundo, Aroz anuncia que deja el partido porque sus guerras van en contra de las peleas de su conciencia. Prima el sentido común, le saltan las alarmas ante la encendida campaña laicista del Gobierno de Zapatero, da la cara, asume la responsabilidad de sus convicciones, y se va sin hablar mal de nadie. Un portazo a las ideas, pero sin despreciar a las personas. Para ella, ser socialista hoy y ser católica son dos posturas incoherentes.


Historia 2. José Bono vuelve a la política. Después de irse por razones familiares, la familia pierde peso en la vida del ex ministro de Defensa que se engancha a la adrenalina de partidos. Dispuesto a comerse el mundo empezando por Toledo, el único barón que le queda a Zapatero se dispone a empezar la carrera que le encumbrará al escaño más alto del Congreso de los Diputados. El socialista de Osborne, el españolito, el amigo de los obispos, el católico de un Gobierno abiertamente anticlerical y antilaical de los que entierra en las catacumbas las clases de religión y borra los crucifijos de las aulas y de la vida pública. Sin embargo, a pesar del apoyo al aborto, a la eutanasia, a la investigación con células madre embrionarias... Bono sigue ahí, sin moverse de su sitio: a codazos dentro de la conciencia, buscando un margen de entendimiento entre el cristianismo y el socialismo. Entre sotanas y actividades sacrílegas en las iglesias rojas de Madrid con Zerolo de acólito: más perdido que Admunsen en el polo norte.