15 de octubre de 2007. Rosa Díez y su nuevo partido político están pisando más fuerte de lo que parece, sobre todo porque hay socialistas de los de siempre que ven en ella la encarnación de la renovación necesaria. Creen que asume perfectamente el ideal de aquél PSOE de Alfonso Guerra y Felipe González que defendía la unidad de España por encima de todo. Entienden las próximas elecciones generales como un referéndum: Constitución Sí, o Constitución No. Y cómo ellos están a favor de que se cumpla nuestra carta magna, están dispuestos a meter sus papeletas en urnas diferentes a las de la rosa y el puño.
Y, éstos señores, ¿por qué no dan una alegría al Partido Popular respaldando la candidatura de Rajoy? Pues porque interpretan que el PP no ha sido fiel a sus principios rechazando el Estatuto Catalán y dando rienda suelta a las normas autonómicas de Andalucía y Valencia. Ese sí pero no, jugamos a dos bandas y después ponemos cara de bandera, no les ha sentado muy bien.
Votarán a Rosa Díez, aunque saben que su nuevo partido no alcanzará en sus primeros comicios mucho cuota de mercado. Les encantaría que Rosa y el PP pactaran, si es que Rajoy no logra la mayoría absoluta, para formar un posible gobierno en el que se defendieran sin complejos las esencias de España. Y entonces, todas las aguas podrían volver a su cauce. En el fondo, votarán a la Rosa sin puño.
Y, éstos señores, ¿por qué no dan una alegría al Partido Popular respaldando la candidatura de Rajoy? Pues porque interpretan que el PP no ha sido fiel a sus principios rechazando el Estatuto Catalán y dando rienda suelta a las normas autonómicas de Andalucía y Valencia. Ese sí pero no, jugamos a dos bandas y después ponemos cara de bandera, no les ha sentado muy bien.
Votarán a Rosa Díez, aunque saben que su nuevo partido no alcanzará en sus primeros comicios mucho cuota de mercado. Les encantaría que Rosa y el PP pactaran, si es que Rajoy no logra la mayoría absoluta, para formar un posible gobierno en el que se defendieran sin complejos las esencias de España. Y entonces, todas las aguas podrían volver a su cauce. En el fondo, votarán a la Rosa sin puño.