25 de octubre de 2007. Dice Zapatero que ha escrito de su puño y letra el preámbulo de la Ley de Memoria Histórica, y figúrense si le falta credibilidad, que ni siquiera los más incondicionales de Ferraz apuestan por tal autoría. Es muy triste, pero la realidad es lo más positivo: nadie se cree que el presidente del Gobierno español haya escrito un texto de tal calibre porque entienden que el dirigente socialista no alcanza, digámoslo con rodeos, el nivel intelectual deseable para componer un documento legislativo de estas características. Todo el mundo se ha hecho a la idea de que Zapatero es más de vídeos de usar y tirar.
Sin embargo, hay otro porcentaje interesante de españoles que considera posible que la pluma del presidente haya sido la culpable de introducir la ley menos oportuna de la legislatura, entendiendo que la legislatura ha sido inoportuna en sí misma. Ni por su dotes de escritor ni por su afán intervencionista. Hay españoles que creen que el preámbulo es obra maestra de Zapatero porque cada una de sus letras y de sus líneas son alcohol que escuece sobre heridas enterradas en las conciencias que sólo puede despertar un masoquista macabro disfrazado de resentimiento: lo propio de un señor obsesionado con curar el pasado mirando sólo las páginas amarillentas de las historias más tristes. Pero en fin, si la intención es sufrir por sufrir enfangados en este extraño progreso, entiendo que Zapatero escuche a los que quieren revancha, aunque me gustaría que escuchara también a los que piden una rebajita en la cesta de la compra, que terminen los problemas con los cercanías de Cataluña, que cese el despilfarro del superávit, que se retire Educación para la Ciudadanía, que la renovación del Constitucional no se politice, que se margine a ETA, que se ilegalice ANV, que se pongan las banderas en los ayuntamientos...
Sin embargo, hay otro porcentaje interesante de españoles que considera posible que la pluma del presidente haya sido la culpable de introducir la ley menos oportuna de la legislatura, entendiendo que la legislatura ha sido inoportuna en sí misma. Ni por su dotes de escritor ni por su afán intervencionista. Hay españoles que creen que el preámbulo es obra maestra de Zapatero porque cada una de sus letras y de sus líneas son alcohol que escuece sobre heridas enterradas en las conciencias que sólo puede despertar un masoquista macabro disfrazado de resentimiento: lo propio de un señor obsesionado con curar el pasado mirando sólo las páginas amarillentas de las historias más tristes. Pero en fin, si la intención es sufrir por sufrir enfangados en este extraño progreso, entiendo que Zapatero escuche a los que quieren revancha, aunque me gustaría que escuchara también a los que piden una rebajita en la cesta de la compra, que terminen los problemas con los cercanías de Cataluña, que cese el despilfarro del superávit, que se retire Educación para la Ciudadanía, que la renovación del Constitucional no se politice, que se margine a ETA, que se ilegalice ANV, que se pongan las banderas en los ayuntamientos...
En fin, que tenemos un presidente del Gobierno haciendo leyes y un ministro de Justicia jugando a ser fiscal, por si había alguna duda sobre la separación de poderes... y mientras, la casa sin barrer...