lunes, 4 de junio de 2007

Mediocres en La Moncloa

Foto: EFE
4 de junio de 2007. Zapatero ha estado esta semana pasada con dos grandes de la política internacional: Sarkozy y Rice. Ante ambos ha quedado como un enano voluntarioso que juega a hacer de gobernante en el la tierra de Nunca Jamás. Si tuviera un mínimo de lucidez intelectual, Zapatero hubiera hecho examen de conciencia: ¿Qué puedo aprender de estos señores? Darse cuenta de que hay un problema es el principio ontológico del cambio, para lo cual hace falta, además de ser listo, tener una disposición humilde para estar aprendiendo siempre de los demás. Zapatero sólo ve en los que le rodean seres superiores que le dan mil vueltas a los que hay que evitar con razonamientos colaterales. Sólo un presidente ingenuo y de nula idoneidad prefiere mirarse en espejos marginales como Evo Morales o Fidel Castro, los admiradores número uno de la libertad de las personas. De ahí ha aprendido Zapatero a defender la libertad... de los etarras.
Los fracasos del dirigente socialista servirían para llenar tantos libros que no cabrían en todas las librerías del universo. Centrémonos en uno: su gobierno es un grupo de mediocres. Si Zapatero fuera listo, o al menos un poco espabilado, aprendería de Sarkozy lo que significa crear un equipo competitivo para gobernar. No se trata, como hace ZP, de seleccionar de lo que hay en el partido: cuotas femeninas y masculinas, por comunidades autónomas... Al final sale un equipo "Sigma Dos": representativo pero mediocre. En el caso de Francia, además de representativo, resulta un gobierno líder formado de los mejores hombres y mujeres para acometer la transformación que necesita el país vecino. El gobierno español está en las antípodas y reivindica a los simples: Carmen Calvo y Magdalena Álvarez, Trujillo y su ministerio fantasma, Caldera... Sólo se salva de la quema Pedro Solbes, que debería haber dimitido hace unos meses, sobre todo después del escándalo de la CNMW, para demostrar que él no es un mediocre más... pero perdió una oportunidad única de preservar su dignididad. Para Prisa, otra que se salva es María Teresa Fernández de la Vega, la auténtica crispadora del ambiente político español... ¡Hay mucha monja que fuma!, aunque De la Vega de monja sólo tenga su renuncia al matrimonio...
Y Rajoy también debe aprender del líder francés: nada de Piqués, Pimenteles, Arenas y Villalobos en el gobierno que saldrá de las urnas el año que viene.