26 de octubre de 2007. El ecologismo es bueno, bonito, barato, rentable y necesario. Después está el ecologismo radical que es oportunista, cansino, separatista y exagerado. Estos son los dos bandos del área verde y a ellos se adscriben ahora los partidos a los que les ha dado por entronar el cambio climático como paradigma de lo políticamente correcto.
Es importante respetar el medio ambiente, pero entenderán que antes que mimar a una planta es necesario cuidar a las personas. Por eso me parece una incoherencia enfermiza que Zapatero levante la bandera de Al Gore mientras consiente que en el País Vasco no se respeten los derechos humanos. El presidente del Gobierno prefiere el insecticida a los mecanismos de derecho oportunos para exterminar a Batasuna del mapa político nacional y reducir a pavesas a todos esos intolerantes que aman tanto a las piedras, los vegetales y los animales que no tienen hueco en el corazón para comprender a las personas más allá de su raza, sexo, condición o religión.
El ecologismo radical del PSOE en tiempo de campaña es un juego. Ahora, vamos a hablar del reciclaje, del clima y del ozono. Mañana a ver por dónde nos da el aire. Es, por enésima vez, ese afán de Zapatero de huir de los compromisos reales y tangibles que requiere la sociedad para abstraerse del mundo a caballo entre sus alianza de civilizaciones y su defensa de los postulados del Nobel de la Paz. Por todo esto y por la falsedad en las formas, es fácil darse cuenta de que el electoralismo verde de Ferraz es más efímero que Magdalena Álvarez o Mariano Fernández Bermejo en los planes de Gobierno de la próxima legislatura.
Yo entiendo a Rajoy y a su primo. Natural como la vida misma, sin maquillar lo que piensa. Él está con la ecología, con el clima y con las civilizaciones pero sin bombas adosadas al cuerpo dispuestas a estallar contra los disidentes. Fueron declaraciones a destiempo, pero también fueron palabras sencillas para explicar que su filosofía medioambiental será ordenada: primero el hombre y después el resto de seres vivos. Esta cercanía es más honrada que un vídeo de salón.
Es importante respetar el medio ambiente, pero entenderán que antes que mimar a una planta es necesario cuidar a las personas. Por eso me parece una incoherencia enfermiza que Zapatero levante la bandera de Al Gore mientras consiente que en el País Vasco no se respeten los derechos humanos. El presidente del Gobierno prefiere el insecticida a los mecanismos de derecho oportunos para exterminar a Batasuna del mapa político nacional y reducir a pavesas a todos esos intolerantes que aman tanto a las piedras, los vegetales y los animales que no tienen hueco en el corazón para comprender a las personas más allá de su raza, sexo, condición o religión.
El ecologismo radical del PSOE en tiempo de campaña es un juego. Ahora, vamos a hablar del reciclaje, del clima y del ozono. Mañana a ver por dónde nos da el aire. Es, por enésima vez, ese afán de Zapatero de huir de los compromisos reales y tangibles que requiere la sociedad para abstraerse del mundo a caballo entre sus alianza de civilizaciones y su defensa de los postulados del Nobel de la Paz. Por todo esto y por la falsedad en las formas, es fácil darse cuenta de que el electoralismo verde de Ferraz es más efímero que Magdalena Álvarez o Mariano Fernández Bermejo en los planes de Gobierno de la próxima legislatura.
Yo entiendo a Rajoy y a su primo. Natural como la vida misma, sin maquillar lo que piensa. Él está con la ecología, con el clima y con las civilizaciones pero sin bombas adosadas al cuerpo dispuestas a estallar contra los disidentes. Fueron declaraciones a destiempo, pero también fueron palabras sencillas para explicar que su filosofía medioambiental será ordenada: primero el hombre y después el resto de seres vivos. Esta cercanía es más honrada que un vídeo de salón.