3 de diciembre de 2007. Fortuito: que sucede de pronto y por causalidad.
Rubalcaba se ha peleado con el don de la oportunidad. Al hombre sereno y prudente capaz de ir de diputado por Cádiz sin rechistar, se le está yendo la fuerza por la boca ante el desorden generado en el Ministerio del Interior: siguen creciendo los accidentes de tráfico, se mantiene la lluvia de pateras y aumenta la incertidumbre sobre la situación de ETA y todos los partidos de su cuerda que se sientan con tranquilidad en los escaños municipales. Sin hablar de los índices de violencia contra la mujer que están por las nubes, como los precios.
Hasta entonces, Rubalcaba era el ministro fantasma. Ni una palabra de más, ni una palabra de menos en los momentos de crisis porque el guardián de Interior estaba mudo. Por eso ha llamado la atención su aparición tras el asesinato de este fin de semana para decir que todo ha sido un acontecimiento fortuito.
Fortuito es que Zapatero y su equipo sean el Gobierno de España. Lo demás es todo deliberado, aunque sea involuntariamente. Desde que los hombres de ZP empezaron a firtear con ETA, cualquier desenlace es un homicidio imprudente. Y si se comprueban todas las investigaciones abiertas por la prensa no oficialista, a lo mejor estas muertes pesan más de la cuenta sobre la conciencia de los que deberían ser hombres de Estado.
Hasta entonces, Rubalcaba era el ministro fantasma. Ni una palabra de más, ni una palabra de menos en los momentos de crisis porque el guardián de Interior estaba mudo. Por eso ha llamado la atención su aparición tras el asesinato de este fin de semana para decir que todo ha sido un acontecimiento fortuito.
Fortuito es que Zapatero y su equipo sean el Gobierno de España. Lo demás es todo deliberado, aunque sea involuntariamente. Desde que los hombres de ZP empezaron a firtear con ETA, cualquier desenlace es un homicidio imprudente. Y si se comprueban todas las investigaciones abiertas por la prensa no oficialista, a lo mejor estas muertes pesan más de la cuenta sobre la conciencia de los que deberían ser hombres de Estado.