miércoles, 21 de noviembre de 2007

Día Internacional del político hueco

Foto: EFE
21 de noviembre de 2008. Ayer fue el día internacional de la declaración ingeniosa... cuando ingenio tiende a cero.
El primer premio de la jornada es para Joan Tardá. En un alarde de razonamiento metafísico impropio de un independentista con fobia al más allá de la frontera, el diputado de ERC dijo ayer que iba al Congreso "no porque seamos españoles, sino porque estamos españoles". Para rizar sus rizos, después aclaró su cogito filosófico: "supongo que entenderán la diferencia esencial entre el ser y estar, que indica transitoriedad". Ya. Efectivamente, no es lo mismo ser tonto que estar tanto. No es lo mismo ser radical que estar jugueteando con la intolerancia. No es lo mismo ser diputado en el Congreso de los Diputados y cobrar un buen sueldo, que ser independentista también para percibir el sueldo del Estado. No es lo mismo ser un cara que estar por la cara.
El segundo premio no puede más que ser para Alberto Ruiz-Gallardón. Dice que el PP quiere superar la época del talante de Zapatero por una nueva era cargadita de talento. Más allá del juego de palabras -los hay mejores, la verdad- queda claro que el talante del líder socialista ha sido un producto de márketing vacío del que ya sospechábamos. Con respecto al talento del Partido Popular, creo que aún queda mucho terreno para demostrar que van en serio: llevar la iniciativa, cambiar a los de siempre. Ver talento en Zaplana o Arenas es ver oasis.
El tercer premio ha recaído a Artur Mas, el político que se bajaba los pantalones de las ideas para encontrar un hueco en la política catalana. Dice que en el hipotético caso de que el Tribunal Constitucional se pronuncie algún día sobre el Estatuto de Cataluña, habrá que volver a hacer un referéndum para ver si el pueblo está de acuerdo. Según él, la región de los atascos será una nación si así lo piden los ciudadanos. Ecce homo relativis.
Y hay un premio del público para el pesadito de Hugo Chávez. Ayer comentó con ironía cuasi amenazante que pasaría a vuelo rasante por La Zarzuela camino de Portugal. Este no es que esté pasado de vueltas, es que es una vuelta de tuerca a la esquizofrenia diagnosticada tal y como la describe la literatura médica. Esas ínfulas de grandezas, ese empeño por imponerse al ridículo internacional en el que le dejó el Rey de España, ese afán de combatir desde ¡Venezuela! al "imperialismo americano" es sólo un estadío más en la grave enfermedad que padece Tardá.