23 de noviembre de 2007. El barómetro del CIS es una encuesta que no habla ex cátedra. Es verdad que es la más rigurosa de las encuestas politizadas, pero, en fin, no seré yo el que descubra América... cocinar los datos, ponerlos bonitos y añadirles el perejil forma parte del trabajo de campo...
Sin embargo, en esta ocasión, creo que entre los resultados del susodicho barómetro y la impresión que percibo del parecer de la sociedad no hay mucha diferencia. Observamos que el PSOE sigue por encima a pesar de la incompetencia probada (el estado de las infraestructuras catalanas y la subida de los precios son dos ejemplos muy clarificadores) y que el PP sigue sin pegar el salto a pesar de todas las oportunidades que le ha brindado el ejecutivo de Zapatero (el intervencionismo económico y moral, sin ir más lejos). Mi sensación es que la parte de la sociedad que tiene espíritu crítico considera que Zapatero lo ha hecho fatal y que no merece una segunda oportunidad. Ven que hemos dado demasiados pasos para atrás en estos cuatro años y que el líder socialista no está preparado para soportar tanta responsabilidad. Sin embargo, parece que el PP de Rajoy no les convence demasiado. Puede que haya muchos que estén dispuestos a votarle, pero con poca ilusión. Es más echar una papeleta azul para que no vuelva a salir el candidato de la lista roja. Echan en falta un posicionamiento más claro en cuestiones como el Estatuto Catalán y una oposición menos cañera y más constructiva. Tal y como lo ha tenido el PP, estos resultados, aunque le ponen más cerca del Gobierno, no son de recibo.
Dicho lo cual, que Rajoy sea el líder político menos valorado, eso no se lo cree nadie. Puede que le falte carisma, que no tenga la chispa de Gallardón, que le falte cintura. Está claro: no es Aznar. Eso debe asumirlo el votante del PP. Pero eso no quiere decir que no genere confianza. Precisamente la imagen del líder popular es de trabajador, honrado, excelente parlamentario, buen padre de familia, político listo, irónico, con capacidad de gobierno y de aportar estabilidad al desguace autonómico español. Esa es la imagen. Supongo que hay cosas que se corresponden con la realidad y otras que no, pero son rasgos que no hacen confiar en Rajoy. En política no es todo carisma. Está visto para sentencia que sólo una sonrisa lela durante cuatro años y dos vídeos de you tube no son suficientes para gestionar un país llamado a ser puntero en Europa y en el mundo.
Sin embargo, en esta ocasión, creo que entre los resultados del susodicho barómetro y la impresión que percibo del parecer de la sociedad no hay mucha diferencia. Observamos que el PSOE sigue por encima a pesar de la incompetencia probada (el estado de las infraestructuras catalanas y la subida de los precios son dos ejemplos muy clarificadores) y que el PP sigue sin pegar el salto a pesar de todas las oportunidades que le ha brindado el ejecutivo de Zapatero (el intervencionismo económico y moral, sin ir más lejos). Mi sensación es que la parte de la sociedad que tiene espíritu crítico considera que Zapatero lo ha hecho fatal y que no merece una segunda oportunidad. Ven que hemos dado demasiados pasos para atrás en estos cuatro años y que el líder socialista no está preparado para soportar tanta responsabilidad. Sin embargo, parece que el PP de Rajoy no les convence demasiado. Puede que haya muchos que estén dispuestos a votarle, pero con poca ilusión. Es más echar una papeleta azul para que no vuelva a salir el candidato de la lista roja. Echan en falta un posicionamiento más claro en cuestiones como el Estatuto Catalán y una oposición menos cañera y más constructiva. Tal y como lo ha tenido el PP, estos resultados, aunque le ponen más cerca del Gobierno, no son de recibo.
Dicho lo cual, que Rajoy sea el líder político menos valorado, eso no se lo cree nadie. Puede que le falte carisma, que no tenga la chispa de Gallardón, que le falte cintura. Está claro: no es Aznar. Eso debe asumirlo el votante del PP. Pero eso no quiere decir que no genere confianza. Precisamente la imagen del líder popular es de trabajador, honrado, excelente parlamentario, buen padre de familia, político listo, irónico, con capacidad de gobierno y de aportar estabilidad al desguace autonómico español. Esa es la imagen. Supongo que hay cosas que se corresponden con la realidad y otras que no, pero son rasgos que no hacen confiar en Rajoy. En política no es todo carisma. Está visto para sentencia que sólo una sonrisa lela durante cuatro años y dos vídeos de you tube no son suficientes para gestionar un país llamado a ser puntero en Europa y en el mundo.