viernes, 1 de junio de 2007

Aguirre, 'number two'

Foto: EFE
1 de junio de 2007. Reconozco firmemente que cuando Esperanza Aguirre fue ministra de Educación yo pensaba que era tonta. Entre otras cosas, las bromas de Gomaespuma agudizaron esa impresión que es más universal de lo que me imaginaba. Pero el salto de "la presidenta" a la Comunidad de Madrid le ha convertido en política diez que, además de ser más votada que Gallardón en la capital, se merece todos los parabienes dentro del partido como, por ejemplo, ser la number two de Rajoy y su posible sustituta en el caso de que el presidente del PP pierda las próximas elecciones generales: Dios quiera que éso no suceda porque entonces hay mucho español que se haría el harakiri en sentido literal.
Aguirre nos ha deslumbrado a todos: es una señora trabajadora, con clase, capaz de llevarse bien con Montilla y de arropar a Simancas después de la debacle electoral, cosa que no han hecho ni en su propio partido. Es el paño de lágrimas de todos los populares, menos de Gallardón que se cura a sí mismo y está, más que nunca, encantando de haberse conocido. Esperanza es una dama liberal de las que le gustan a Federico Jiménez Losantos, a José Antonio Zarzalejos, a Pedro Jota Ramírez, a Matías Prats... a todos menos a los chicos de Prisa, que al ser tan "independientes" están ciegos.
Esperanza es una mujer inteligente que ha arrasado en la Comunidad de Madrid porque ha trabajado de lujo en estos cuatro años de su primera legislatura como dirigente regional y porque ha hecho una precampaña y una campaña electoral sin descanso: del metro a los nuevos hospitales de la región, de la M-30 a los asilos y guarderías... y así, todos los días, las 24 horas del día. Las cosas no se ganan por casualidad y, en este caso, el trabajo bien hecho ha tenido su recompensa. Su imagen, sus palabras y sus obras son una trilogía coherente que inspira la confianza que le falta a la mayoría de los hombres del PSOE (por lo menos, desde Felipe González) y a algunos del PP, dejando a los de IU para echarles de comer aparte...
A simple vista, no parece que Aguirre sea una política funcionaria que vive del puesto: se deja los tacones en el intento. Ha resucitado un concepto esencial: el servicio a los ciudadanos como máxima aspiración del concejal, del diputado, del alcalde, del presidente regional o del presidente del Gobierno.
Aguirre es una number two más universal y si continúa dando ejemplos así puede ser la primera mujer que lleve los pantalones de La Moncloa.
Por cierto, ya sé porque la Universidad está en crisis: muchos políticos salen de sus despachos y cuando fracasan (véase el caso Sebastián) vuelven a las aulas a seguir chupando del bote de mamá Estado...