22 de julio de 2007. En esta vida hay gente valiente que da la cara y que es capaz de asumir papeles secundarios sin pensar en la renuncia, como Miguel Sanz; y los cobardes que no saben estar en la oposición. De un ministerio a la presidencia de una comunidad autónoma: todo lo que pase de ahí es para la chusma. Es muy humano aspirar a las cosas mejores, pero eso no significa que bajar del trono sea motivo suficiente para rechazar cualquier papel secundario, como ha hecho Jaime Matas.
En esta vida hay gente que siempre está fuera de lugar, más perdidos que Zapatero en una cumbre de la Unión Europea, o Shuster en el banquillo del Getafe durante la final de la Copa del Rey; y gente que sabe quitarse de en medio en el momento justo, como Manuel Conthe o Caparrós, que deja al Depor.
Las retiradas a tiempo están muy en desuso y sin embargo son esenciales para que funcione la res publica. Es tan sencillo como dejar el cargo cuando no se da la talla. Eso es lo que deberían hacer unos cuantos miembros del Congreso de los Diputados, por el bien de todos,aunque hay políticos más necesitados que otros de abandonar, por el bien de su salud física y psíquica, así como la del resto de los españoles.
Pero el mal ejemplo de Matas ha sido diferente. Con su dimisión ha dejado al partido de Baleares en canicas por no someterse a ser uno más en el parlamento regional. Matas no está preparado para bajar su caché. No está preparado para perder, con lo que ha demostrado que tampoco estaba preparado para ganar.
Miguel Sanz es todo lo contrario: es capaz de relegar su ilusión de volver a presidir la comunidad foral con tal de que Na-Bai no huela un cargo autonómico. Eso es ser un caballero político, un ejemplar en peligro de extinción.
En esta vida hay gente que siempre está fuera de lugar, más perdidos que Zapatero en una cumbre de la Unión Europea, o Shuster en el banquillo del Getafe durante la final de la Copa del Rey; y gente que sabe quitarse de en medio en el momento justo, como Manuel Conthe o Caparrós, que deja al Depor.
Las retiradas a tiempo están muy en desuso y sin embargo son esenciales para que funcione la res publica. Es tan sencillo como dejar el cargo cuando no se da la talla. Eso es lo que deberían hacer unos cuantos miembros del Congreso de los Diputados, por el bien de todos,aunque hay políticos más necesitados que otros de abandonar, por el bien de su salud física y psíquica, así como la del resto de los españoles.
Pero el mal ejemplo de Matas ha sido diferente. Con su dimisión ha dejado al partido de Baleares en canicas por no someterse a ser uno más en el parlamento regional. Matas no está preparado para bajar su caché. No está preparado para perder, con lo que ha demostrado que tampoco estaba preparado para ganar.
Miguel Sanz es todo lo contrario: es capaz de relegar su ilusión de volver a presidir la comunidad foral con tal de que Na-Bai no huela un cargo autonómico. Eso es ser un caballero político, un ejemplar en peligro de extinción.