Foto: EFE
4 de febrero de 2008
Ayer estuve en Misa de nueve de la mañana en los Jesuítas de Serrano y el buen sacerdote nos leyó a los asistentes el tan vilipendiado comunicado de la Permanente de la Conferencia Episcopal sobre las elecciones. Sinceramente, me pareció que los obispos se quedaron cortos. No hay mejor tratamiento que la prevención. Si los obispos hubieran entrado en campaña, cosa que no pasará nunca, habrían dicho más cositas de esas que ponen contestatarios a los laicistas del PSOE que se mueren por una sociedad sin reparos, sin tabúes, sin sotanas... y sin libertad. Desde luego, los obispos y los católicos tendríamos miles de motivos para decir las cosas aún más claras: una cosa es dar pávulo a la libre ideología y adscripción política de los españoles, y otra bien distinta es que la Iglesia se deje pisotear como si fuera un famoso en el extinto Aquí hay tomate. Lo de la mejilla tiene su contexto.
Está claro que cuando el PSOE se ahoga no tiene más remedio que agarrarse a lo que pilla, desde las portadas con titulares inyectados en bilis de Público, hasta el sermón de un tal Alberto San Juan, que dicen que es actor, y que en la gala de los Goya ha pedido "la disolución de esa cosa que se llama Conferencia Episcopal". Con gente así se explica la crisis del cine español, que no levanta cabeza a pesar de las subvenciones estatales y de los cánones. Ni siquiera su anticlericalismo le servirá para despuntar en la gran pantalla, aunque quizás le sirva para un papel en una de estas series de postín que inundan la parrilla televisiva...
Me llama mucho la atención la agresividad de los socialistas cuando la Iglesia hace uso de su derecho a la libertad de expresión. Se supone que son mensajes para su grey que no tienen por qué ofender a los que no forman parte de este rebaño.
Entiendo que le escuezan sus palabras a católicos de tradición que no viven en aparente comunión con la Iglesia, tipo José Bono. Pero para Zapatero, Blanco, De la Vega, Fernández Bermejo, Bernat Soria y toda la cúpula del laicismo militante, en principio, lo que diga la Conferencia Episcopal debe ser como si un tribunal español condena a los chicos de ETA, o como si un Gobierno español hablara con terroristas después de un atentado como el de la T-4...
Por cierto, ese furor anti purpurados no fue tan intenso cuando los obispos se posicionaron contra la Guerra de Irak...
lunes, 4 de febrero de 2008
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