26 de septiembre de 2007. Cuando un Gobierno está vacío tiene que acudir al cambio climático y a la alianza de civilizaciones: grandes temas generalistas que no dependen de su voluntad, así, si la cosa no progresa, nadie podrá esgrimir responsabilidades. Cuando Zapatero asume ambos asuntos como adalid de su política innovadora, nos está diciendo a todos, con palabras políticamente más correctas, que la ideología del socialismo que dirige es el nihilismo banal. Nada de verdades, nada de consensos. Todo relativismo, arbitrariedad e idealismo. Cero progreso. Sólo las grandes ideas salvarán el mundo, sobre todas aquellas que son utopías irrealizables capaces de llevarse buenos titulares de prensa y de salvarse de la evaluación objetiva por parte de la sociedad y de los medios de comunicación.
Nihilismo banal es darle importancia a las cosas menos trascendentes y reírse de las que realmente deben importar al ser humano. Por ejemplo: las uniones homosexuales, un, dos, tres, responda otra vez. O las operaciones de cambio de sexo gratuitas, cuando hay mucha gente que se deja los cuartos para someterse a una intervención quirúrgica a vida o muerte. Es el mundo revés, el sinsentido, el suicidio del sentido común. Mucho fuego de artificio con lentejuelas sociales de relumbrón, pero siempre nadando en la superficie de la banalidad. Y si además podemos pasarnos cuatro años riéndonos de la familia, del matrimonio, de la Educación, de las religiones, de la Iglesia y de todas esas cosas que en realidad nos importan a la mayoría de los ciudadanos españoles, pues que nos quiten lo bailao. Hay que Gobernar con sentido del humor, como recuerda Bermejo, el titular de Justicia, el amigo de Angelito Acebes, el jurista independiente y parcial, la ley y la sobriedad, la ecuanimidad en persona...
No me parece mal. El problema es que este Gobierno tiene risa floja. Padece agujetas en las mandíbulas de tanta carcajada infantil y de tantas mentiras a bocajarro. Pero en fin, como dice el refrán, el que ríe último, ríe mejor. Y como dice la lógica, el que se ríe de las esencias, se atragantará de vacío.
Nihilismo banal es darle importancia a las cosas menos trascendentes y reírse de las que realmente deben importar al ser humano. Por ejemplo: las uniones homosexuales, un, dos, tres, responda otra vez. O las operaciones de cambio de sexo gratuitas, cuando hay mucha gente que se deja los cuartos para someterse a una intervención quirúrgica a vida o muerte. Es el mundo revés, el sinsentido, el suicidio del sentido común. Mucho fuego de artificio con lentejuelas sociales de relumbrón, pero siempre nadando en la superficie de la banalidad. Y si además podemos pasarnos cuatro años riéndonos de la familia, del matrimonio, de la Educación, de las religiones, de la Iglesia y de todas esas cosas que en realidad nos importan a la mayoría de los ciudadanos españoles, pues que nos quiten lo bailao. Hay que Gobernar con sentido del humor, como recuerda Bermejo, el titular de Justicia, el amigo de Angelito Acebes, el jurista independiente y parcial, la ley y la sobriedad, la ecuanimidad en persona...
No me parece mal. El problema es que este Gobierno tiene risa floja. Padece agujetas en las mandíbulas de tanta carcajada infantil y de tantas mentiras a bocajarro. Pero en fin, como dice el refrán, el que ríe último, ríe mejor. Y como dice la lógica, el que se ríe de las esencias, se atragantará de vacío.