martes, 8 de enero de 2008

Después de las plagas

Foto: EFE
8 de enero de 2008
2008. Parecía que iba a ser imposible, con tanta crispación ambiental promovida por los políticos, especialistas en la siembra de la cizaña, llegar al nuevo año, pero ya estamos aquí, tecleando de nuevo en este magnífico universo de blogs que pululan por internet como gritos que claman al cielo.
Supongo que a estas alturas ya estará hasta las narices de los anuarios, de lo que fue 2007, de los hitos del año y de todas esas cosas con las que los periódicos hacen su agosto del papel y las teles se van de días libres con refritos sobre cómo se hace el roscón de reyes y cuáles son los juguetes más demandados por los niños españoles en estos días pasados de Magos de Oriente.
Consiéntame sólo una pequeña referencia al 2007, que mirar para atrás es de cobardes.

Terminamos el año de la tensión con dos movilizaciones sociales muy representativas de lo que está siendo esta interminable legislatura, más angustiosa con un polvorón de Jijona entre pecho y espalda. Por una parte, los nacionalistas catalanes y vascos con sus pancartas exigiendo peras al olmo: visto el fracaso de la selección nacional de fútbol, incapaz de asumir el liderazgo necesario sin Raúl, apuestan por la proliferación de las selecciones regionales. Aburridos están y miedo me dan los ociosos. Pobre San Mamés. Al fondo, entre la maraña de conversaciones y pactos oscuros de los que seremos espectadores de lujo en el juicio final, ANV confirma que es ETA y ETA subraya que son los mismos perros con los mismos collares. El ojo crítico de Zapatero, Bermejo y Pumpido que ya estaba agonizando, fue pisoteado una vez más por el sentido común de la opinión pública.
Cerramos también para siempre el calendario de 2007 con la concentración en Colón a favor de la familia cristiana: uno con una para siempre, pase lo que pase, haya o no antiheterosexuales en un Gobierno nacional. Más de medio millón de personas en las calles de Madrid y los cardenales y obispos más prudentes que nunca para evitar la imprudencia de los mensajes políticamente correctos, más grises a veces que los de Rey.

Las dos españas: la violenta y la pacífica unidas sólo por el telediario. La que apoya el PSOE y la que critican sus ilustres pensadores tipo Blanco.
Así acabó el año de la bajada de pantalones de ZP ante los terroristas. Su último año, gracias a Dios, en el que los medios de comunicación gasten palabras con el despilfarrador más grande de las esencias de España. Si el PP no molesta, todo nos llegará en su día: la tierra prometida está cada vez más cerca... después de tantas plagas.