20 de febrero de 2008
Mañana empieza la campaña electoral más reñida, y veremos si no la más tensa de la democracia, porque la cosa está que arde, y si no pregúntenselo al clon de Gaspar Llamazares que en un alarde de imaginación y provocación para atraer los focos de las cámaras, ha quemado a lo bonzo una foto de la Familia Real en internet. No esperábamos menos de un republicano con nombre de rey que tiene los días contados al frente de Izquierda Unida y que ha centrado su campaña en Second Life y en los paraísos digitales una vez que ha comprobado que a la gente de carne y hueso su rollo le pilla en off.
La cosa está calentita también entre los radicales de izquierdas que ocupan plaza en las universidades españolas dispuestas a censurar con sus gritos la libertad de expresión de personas de la reputación de María San Gil, Rosa Díez o Dolors Nadal. El problema es que son estos violentos los que bebieron el agua de aquel talante. Esperemos que los chicos o sea de Nuevas Generaciones no entren a este trapo.
Ambiente de tensión y dramatismo porque hay muchos que se juegan mucho el 9-M. De los buenos resultados, en concreto, dependen la cabeza de Zapatero, la de Rajoy, la de Llamazares, la estabilidad de partidos como Ciudadanos o UPyD...
Faltan unos días pero ya estamos cansadetes de debatir sobre el debate del debate de la tele del día 25, un debate, por cierto, que entre otras cosas, además de para colocar a Manuel Campo Vidal de nuevo en la parrilla de salida, ha dejado bastante en entredicho la profesionalidad de muchos periodistas de este país. Los partidos han impuesto la ley del veto y han hecho un flaco favor al prestigio de muchos informadores. Vas a cualquier país de Europa y ves que los debates son el pan nuestro de cada día. Aquí, en la España del tomate, un debate es un acontecimiento nacional ideal para la promoción de chapas, pegatinas, pines, sintonías de móvil y almohadillas de toros.
Mientras tanto, todo el mundo saca su encuesta electoral. El síndrome Rappel en las portadas de los medios de comunicación y sin embargo, no conozco a nadie a quien le hayan preguntado por la calle su intención de voto para Sigma 2...
Mañana empieza la campaña electoral más reñida, y veremos si no la más tensa de la democracia, porque la cosa está que arde, y si no pregúntenselo al clon de Gaspar Llamazares que en un alarde de imaginación y provocación para atraer los focos de las cámaras, ha quemado a lo bonzo una foto de la Familia Real en internet. No esperábamos menos de un republicano con nombre de rey que tiene los días contados al frente de Izquierda Unida y que ha centrado su campaña en Second Life y en los paraísos digitales una vez que ha comprobado que a la gente de carne y hueso su rollo le pilla en off.
La cosa está calentita también entre los radicales de izquierdas que ocupan plaza en las universidades españolas dispuestas a censurar con sus gritos la libertad de expresión de personas de la reputación de María San Gil, Rosa Díez o Dolors Nadal. El problema es que son estos violentos los que bebieron el agua de aquel talante. Esperemos que los chicos o sea de Nuevas Generaciones no entren a este trapo.
Ambiente de tensión y dramatismo porque hay muchos que se juegan mucho el 9-M. De los buenos resultados, en concreto, dependen la cabeza de Zapatero, la de Rajoy, la de Llamazares, la estabilidad de partidos como Ciudadanos o UPyD...
Faltan unos días pero ya estamos cansadetes de debatir sobre el debate del debate de la tele del día 25, un debate, por cierto, que entre otras cosas, además de para colocar a Manuel Campo Vidal de nuevo en la parrilla de salida, ha dejado bastante en entredicho la profesionalidad de muchos periodistas de este país. Los partidos han impuesto la ley del veto y han hecho un flaco favor al prestigio de muchos informadores. Vas a cualquier país de Europa y ves que los debates son el pan nuestro de cada día. Aquí, en la España del tomate, un debate es un acontecimiento nacional ideal para la promoción de chapas, pegatinas, pines, sintonías de móvil y almohadillas de toros.
Mientras tanto, todo el mundo saca su encuesta electoral. El síndrome Rappel en las portadas de los medios de comunicación y sin embargo, no conozco a nadie a quien le hayan preguntado por la calle su intención de voto para Sigma 2...
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