18 de febrero de 2008
Me temo que la encuesta del CIS es la personificación de la tensión y el dramatismo que busca Zapatero en estos últimos coletazos de la precampaña electoral. Buscar un empate figurado para movilizar a los votantes de izquierdas. No me creo nada del CIS porque la vida ha demostrado ya muchas veces que un órgano gubernamental tiene menos objetividad que los periodistas deportivos. Y si no, vean a Carlos Martínez, presidente del CSIC -nobles investigadores y élite de la ciencia española- pidiendo apoyos al PSOE para seguir en el cargo a partir del 9M. Pena da. Ahora, ni siquiera si Martínez consigue descifrar el enémiso genoma de la mosca del vinagre, logrará prestigiar su independencia intelectual. Así es la vida: un e-mail aprovechando el cargo, y nos cargamos lo que parecía ser una brillante carrera profesional.
Enciscados en los datos de la encuesta del CIS es fácil entender por qué la campaña de Zapatero sólo puede ser la de provocar la tensión a diestro y siniestro, sobre todo a siniestro. La cosa está muy equilibrada y al final decidirán las mayorías: los nacionalistas, los inmigrantes, los votos del partido de Rosa Díez... Está claro que el mensaje de ZP está hueco, igual que están huecos muchos de sus ministros, que han sido desplazados del foco electoral no se sabe bien por qué: dígame si no cuanto tiempo hace que no tiene noticias de Elena Salgado, de Moratinos, de José Antonio Alonso o de Mercedes Cabrera. Además de su perfil bajo, son poco mitineros como para sacarles partidos, sobre todo cuando el PSOE cuenta con miles de artistas acostumbrados a subirse a los escenarios. Otros, como Magdalena Álvarez y Bermejo han sido excluidos del cartel para no seguir poniendo minas en el camino del presidente.
En el PP parece que hay más recorrido. Hay ideas nuevas a pesar de que los cabezas son los de siempre. Me ha llamado la atención que el portazo de Gallardón no haya supuesto una revolución interna dentro del partido. Quizás existan movimientos tectónicos, pero lo cierto es que, si es así, los están llevando con bastante discreción, cosa meritoria entre los populares. Entre las ideas de Génova y las investigaciones de El Mundo, el PP lo tiene cada día más fácil. Sobretodo porque está claro que El Mundo tiene reportajes exclusivos que harán las delicias de los detractores de Zapatero de aquí a la cita electoral. Ahora Rajoy debe movilizar más a sus votantes para que no haya espantada masiva a la playa el 9-M. O movilizar o encomendarse a todos los santos para que ese día llueva, pero sin llegar a nieve que después se llenan las pistas de esquí sin pasar antes por las urnas. El PP debe mantener ese equilibrio del chirimiri: gotas que caen con constancia, sin parecer agresivas, pero con resultados contundentes. Así tendrán más fácil que los electores se mojen.
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