14 de febrero de 2008
Los micrófonos no fallan aunque tenga que manipularlos Gabilondo.
Póngase en situación: entrevista de guante blanco en Cuatro al presidente del Gobierno cuando todos esperábamos medir la profesionalidad de Iñaki en su nueva aventura televisiva. Dejó la SER y parece que dejó de existir una figura tan interesante como politizada del periodismo español. Sentado en el monoplaza de Ikea rojo, Zapatero cabalgó a su gusto en una entrevista diseñada a su medida, nada que ver con la que semanas antes había vivido Rajoy en el mismo plató de la cadena de Prisa.
Una pregunta, y otra, y otra, llenado horas de audiencia. El campo, los árboles y las flores. Los pajaritos, y algo de crisis económica. Dos orejas y un rabo. Al final, en una "abre tu cuore", Zapatero se siente en la necesidad de confiarle a su amigo entrevistador: "Iñaki, colega, las sondeos van sin problemas, pero nos interesa que haya tensión para que entre al trapo el mayor número de fieles votantes, teman el advenimiento de la derechona y acudan a las urnas a votar la mirada positiva y los motivos para creer". He aquí lo que los diccionarios de la Real Academia –en los que pronto estarán sentados los redactores de El Jueves, Sabina y sus sonetos, y Fran Perea, todo un icono de la cultura española- definen como crispación política. La boca del pez ha matado las razones de Fernández de la Vega, de Bermejo –el de los pisitos de lujo- y todos los primeros de la fila y los últimos de la clase, incluidos el majestuosísimo acólito José Blanco.
Los ataques sistemáticos a la Iglesia, la marginación de la oposición, la sumisión a los nacionalistas, el espionaje a los empresarios, los muertos de la guerra... Esa es la tensión que le gusta a nuestro presidente del Gobierno. Pues bien: tensión con tesón se paga. Lo veremos. Y ojo con mover el cocotero "dramatizando un poco" porque después pasan cosas como lo de María San Gil en Santiago de Compostela.
Los micrófonos no fallan aunque tenga que manipularlos Gabilondo.
Póngase en situación: entrevista de guante blanco en Cuatro al presidente del Gobierno cuando todos esperábamos medir la profesionalidad de Iñaki en su nueva aventura televisiva. Dejó la SER y parece que dejó de existir una figura tan interesante como politizada del periodismo español. Sentado en el monoplaza de Ikea rojo, Zapatero cabalgó a su gusto en una entrevista diseñada a su medida, nada que ver con la que semanas antes había vivido Rajoy en el mismo plató de la cadena de Prisa.
Una pregunta, y otra, y otra, llenado horas de audiencia. El campo, los árboles y las flores. Los pajaritos, y algo de crisis económica. Dos orejas y un rabo. Al final, en una "abre tu cuore", Zapatero se siente en la necesidad de confiarle a su amigo entrevistador: "Iñaki, colega, las sondeos van sin problemas, pero nos interesa que haya tensión para que entre al trapo el mayor número de fieles votantes, teman el advenimiento de la derechona y acudan a las urnas a votar la mirada positiva y los motivos para creer". He aquí lo que los diccionarios de la Real Academia –en los que pronto estarán sentados los redactores de El Jueves, Sabina y sus sonetos, y Fran Perea, todo un icono de la cultura española- definen como crispación política. La boca del pez ha matado las razones de Fernández de la Vega, de Bermejo –el de los pisitos de lujo- y todos los primeros de la fila y los últimos de la clase, incluidos el majestuosísimo acólito José Blanco.
Los ataques sistemáticos a la Iglesia, la marginación de la oposición, la sumisión a los nacionalistas, el espionaje a los empresarios, los muertos de la guerra... Esa es la tensión que le gusta a nuestro presidente del Gobierno. Pues bien: tensión con tesón se paga. Lo veremos. Y ojo con mover el cocotero "dramatizando un poco" porque después pasan cosas como lo de María San Gil en Santiago de Compostela.
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