17 de enero de 2008
Dicen los responsables de las clínicas acreditadas para la interrupción voluntaria del embarazo (= aborto puro y duro) que el ministro de Sanidad es el primer político que ensalza su desinteresado trabajo, un ejercicio tan digno de elogios de un alquimista de células madre como crematístico, inhumano, y brutal. ¡Cuántas máquinas desolladoras diseñadas para asesinar a críos de meses habrán pasado por sus establecimientos! Bernat Soria es el primer político en halagar el afán de los infanticidas y el primer médico que rompe públicamente el Juramento Hipocrático. Un facultativo que no cura y que se regodea en los experimentos de los que dedican sus días a cercenar vidas ajenas. La cosa es que es, además, el primer ministro de Sanidad en recibir en su casa a los nuevos terroristas domésticos disfrazados de expertos en liberación de la mujer.
Bernat Soria es un irresponsable a gran escala. Él juega a las ovejas clonadas y a provocar a la derechona para que salte sobre su cuello criticando sus avances científicos de los que aún no ha conseguido publicar nada en las revistas científicas. Para él, un niño y la mosca del vinagre tienen el mismo valor experimental. Para él y para todo este gobierno de Zapatero. Si fuera por ellos, sólo los niños rubios con ojos azules saldrían del vientre materno y el resto de fetos irían a parar a los congeladores de las grandes empresas de investigación genómica. Los chavales, a la basura. La mosca del vinagre, a las altares. Y el lince ibérico... el lince ibérico tendrá un ministerio propio en la próxima legislatura... si gana el PSOE...
Dicen los responsables de las clínicas acreditadas para la interrupción voluntaria del embarazo (= aborto puro y duro) que el ministro de Sanidad es el primer político que ensalza su desinteresado trabajo, un ejercicio tan digno de elogios de un alquimista de células madre como crematístico, inhumano, y brutal. ¡Cuántas máquinas desolladoras diseñadas para asesinar a críos de meses habrán pasado por sus establecimientos! Bernat Soria es el primer político en halagar el afán de los infanticidas y el primer médico que rompe públicamente el Juramento Hipocrático. Un facultativo que no cura y que se regodea en los experimentos de los que dedican sus días a cercenar vidas ajenas. La cosa es que es, además, el primer ministro de Sanidad en recibir en su casa a los nuevos terroristas domésticos disfrazados de expertos en liberación de la mujer.
Bernat Soria es un irresponsable a gran escala. Él juega a las ovejas clonadas y a provocar a la derechona para que salte sobre su cuello criticando sus avances científicos de los que aún no ha conseguido publicar nada en las revistas científicas. Para él, un niño y la mosca del vinagre tienen el mismo valor experimental. Para él y para todo este gobierno de Zapatero. Si fuera por ellos, sólo los niños rubios con ojos azules saldrían del vientre materno y el resto de fetos irían a parar a los congeladores de las grandes empresas de investigación genómica. Los chavales, a la basura. La mosca del vinagre, a las altares. Y el lince ibérico... el lince ibérico tendrá un ministerio propio en la próxima legislatura... si gana el PSOE...
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