12 de diciembre de 2007. Rajoy está jugando al ajedrez con las oportunidades. Ahora ha sido el mismo Zapatero el que le ha brindado la posibilidad de subir unos puestos en los índices de reconocimiento social a través de un debate televisado. El líder de la oposición acepta, pero pone una condición: que no sea en TVE, la tele de todos liderada por los políticos de turno. Rajoy ha perdido el tren y, sin quererlo, ha subido al altar de los mártires a la cadena gubernamental. Sin embargo, quizás un desliz, quizás un tropiezo intencionado, ha puesto a Cuatro por las nubes ubicándo a la cadena en el paraíso de la comunicación imparcial. Manda... trillos. A lo mejor ha empezado ya esa época de complejo en el que el PP se pone de rodillas ante Prisa. Los partidos políticos son las únicas organizaciones que hablan de su intimidad con desconocidos malintencionados. ¿Aprenderán alguna vez en el PP a tener una política propia de medios de comunicación, o seguirán con el lirio en la mano?
TVE no es una televisión imparcial. Ni ahora, ni nunca. Es un bodrio manipulado que no nos merecemos los españoles. Entre TVE y la BBC hay un trecho que va de la buena intención a la consecución del éxito. TVE es un reino de taifas con intereses creados dispuesto a abanicar constantemente al Gobierno. Es más un medio diseñado para la caricia, no para la crítica. Hoy defendía lo contrario José María Calleja en Herrera en la Onda con su vehemencia habitual. Echó del plató a Isabel San Sebastián y ahora quería enterrar la opinión de Alfredo Urdaci. Él, aunque vaya de free lance, encarna muy bien lo que es un periodista de partido: mi idea por encima del resto de las ideas; mi opinión en titulares aunque haya que subir pisando cabezas; mi voz más fuerte, aunque haya que gritar. Y todo con la artimaña de los que después se hacen llamar tolerantes.
Rajoy tendría que haber aceptado el debate en TVE. Si hubiera dicho "iré aunque se pasen el año trapicheando con las informaciones sobre el Partido Popular y sometiéndonos a torturas impropias de un ente público" se hubiera puesto seis medallas juntas, las que cree Calleja que se pone por ser el único periodista capaz de hablar de ETA y del mundo con acierto, independencia, prudencia y oportunismo.
TVE no es una televisión imparcial. Ni ahora, ni nunca. Es un bodrio manipulado que no nos merecemos los españoles. Entre TVE y la BBC hay un trecho que va de la buena intención a la consecución del éxito. TVE es un reino de taifas con intereses creados dispuesto a abanicar constantemente al Gobierno. Es más un medio diseñado para la caricia, no para la crítica. Hoy defendía lo contrario José María Calleja en Herrera en la Onda con su vehemencia habitual. Echó del plató a Isabel San Sebastián y ahora quería enterrar la opinión de Alfredo Urdaci. Él, aunque vaya de free lance, encarna muy bien lo que es un periodista de partido: mi idea por encima del resto de las ideas; mi opinión en titulares aunque haya que subir pisando cabezas; mi voz más fuerte, aunque haya que gritar. Y todo con la artimaña de los que después se hacen llamar tolerantes.
Rajoy tendría que haber aceptado el debate en TVE. Si hubiera dicho "iré aunque se pasen el año trapicheando con las informaciones sobre el Partido Popular y sometiéndonos a torturas impropias de un ente público" se hubiera puesto seis medallas juntas, las que cree Calleja que se pone por ser el único periodista capaz de hablar de ETA y del mundo con acierto, independencia, prudencia y oportunismo.
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