24 de septiembre de 2007. Cataluña le ha salido rebelde al presidente del Gobierno. Tantas concesiones gratuitas para que el niño deje de llorar, y al final nos sale una criatura respondona y violenta que exige como un adolescente los fines de semana, capaz de negociar con sus padres hasta el límite de la amenaza formal.
Ahora, a los independentistas radicales nacidos del matrimonio entre Pascual Maragall y Carod Rovira les ha dado por quemar fotos del Rey y enviar retratos con bala, que, tal y como están las cosas, podría ser una obra de arte contemporánea capaz de decorar las paredes de la intransigente cultura acostumbrada al insulto. No sólo Rodríguez Ibarra tiene derecho a colgar sus clones en las salas de arte...
En Cataluña han propiciado un caldo de cultivo ideal para que los disidentes y desocupados con mentes en blanco se asemejen cada vez más a los insolentes, intimidadores e inquisidores batasunos que viven a sus anchas por la geografía vasca. La tierra adoptiva de Montilla esta cada vez más cerca de mezclar las pasiones políticas exacerbadas y animalescas con las armas de fuego. Y eso es un problema grave, lástima que lleven tanto tiempo persiguiéndolo con otras palabras.
A este nene inmaduro y maleducado, incapaz de aprovechar sus talentos para progresar con el esfuerzo de los demás de la clase, sólo le falta que el Estado le de más paga que al resto. Dos semanas de ahorro y entonces empezará a poner los medios para emanciparse. Le dejaremos ser una comunidad de alquiler y le daremos todas las propinas que reclamen para no tener que afrontar con mala cara esta ridícula pubertad.
¡Qué fácil es ser un padre irresponsable! En tres años y pico que nos parecen una eternidad, ZP ha sacado al niño de la escuela, ha consentido sus vicios, ha propiciado sus desaires y sus prontos de carácter.
Muy posiblemente, los catalanes que prefieren tener luz en los hospitales le harán una pirula en las próximas elecciones generales a Zapatero. Pero después, a ver quién le pone firme a un adolescente empavado, apasionado y romántico, que es capaz de quemar a la gente por conseguir un ideal del que no conoce, ni siquiera, su verdadera historia. ¡Madre de Deu de la Merced!
Ahora, a los independentistas radicales nacidos del matrimonio entre Pascual Maragall y Carod Rovira les ha dado por quemar fotos del Rey y enviar retratos con bala, que, tal y como están las cosas, podría ser una obra de arte contemporánea capaz de decorar las paredes de la intransigente cultura acostumbrada al insulto. No sólo Rodríguez Ibarra tiene derecho a colgar sus clones en las salas de arte...
En Cataluña han propiciado un caldo de cultivo ideal para que los disidentes y desocupados con mentes en blanco se asemejen cada vez más a los insolentes, intimidadores e inquisidores batasunos que viven a sus anchas por la geografía vasca. La tierra adoptiva de Montilla esta cada vez más cerca de mezclar las pasiones políticas exacerbadas y animalescas con las armas de fuego. Y eso es un problema grave, lástima que lleven tanto tiempo persiguiéndolo con otras palabras.
A este nene inmaduro y maleducado, incapaz de aprovechar sus talentos para progresar con el esfuerzo de los demás de la clase, sólo le falta que el Estado le de más paga que al resto. Dos semanas de ahorro y entonces empezará a poner los medios para emanciparse. Le dejaremos ser una comunidad de alquiler y le daremos todas las propinas que reclamen para no tener que afrontar con mala cara esta ridícula pubertad.
¡Qué fácil es ser un padre irresponsable! En tres años y pico que nos parecen una eternidad, ZP ha sacado al niño de la escuela, ha consentido sus vicios, ha propiciado sus desaires y sus prontos de carácter.
Muy posiblemente, los catalanes que prefieren tener luz en los hospitales le harán una pirula en las próximas elecciones generales a Zapatero. Pero después, a ver quién le pone firme a un adolescente empavado, apasionado y romántico, que es capaz de quemar a la gente por conseguir un ideal del que no conoce, ni siquiera, su verdadera historia. ¡Madre de Deu de la Merced!
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