30 de mayo de 2007. El 27M por la noche, Gallardón estaba pletórico, como un niño el día de Reyes. Desde entonces está muy pesado: que si la victoria es mía, que si debo ir de número dos en las generales, que si soy el culmen de los liberales avanzados... como un niño repelente y vanidoso, el eje de Madrid, el centro del mundo. En esta vida es fundamental aprender a perder y aprender a ganar. Mientras Gallardón se corona a sí mismo como rey del mambo, hay otros triunfadores de la noche electoral que lo llevan con más discrección, como Esperanza Aguirre, Rita Barberá, Camps... o incluso el candidato popular en Ceuta, Emilio Carrerira, que ha conseguido el 65 por ciento de los votos emitidos en la ciudad autónoma. Y eso hablando de capitales de provincia, porque después hay grandes victorias en municipios con líderes que han conseguido desbancar al partido en el gobierno local y llevan sus éxitos con elegancia. El PSOE, en este caso y a pesar de Pepe Blanco, ha afrontado mejor sus victorias. Un ejemplo: Juan Fernando López Aguilar en Canarias.
Ese afán de Gallardón por reivindicarse a sí mismo es un síntoma evidente de que no tiene abuelas en el partido que le aplaudan. Tiene que saber que muchos de sus compañeros son más de Aguirre, incluida la cúpula de Génova. Gallardón tiene los pies y la cabeza en el cielo. Se ha venido arriba como un globo de gas. Quizás le baje los humos reconocer que hay mucho votante del PP que no comulga con él en Madrid. Además, con un contrincante como Sebastián arrasa cualquiera. Hay gente que no aguanta la insolencia del alcalde de Madrid: lo ven más de izquierda que de derechas, muy afín a los chicos de Prisa. Lo ven enemigo de la tradición católica y de la familia. Hay que reseñar que Alternativa Española ha obtenido 7.000 votos en la ciudad que son 7.000 toques de atención a la prepotencia del Rey de los Parquímetros.
A Gallardón le falta autocrítica y transparencia para dar confianza, requisito indispensable para el buen gobernante. Además, ir de número dos en las listas de Rajoy puede conllevar efectos secundarios. Si en algunos sectores de Madrid cae mal, imagínense en el resto de España...
Ese afán de Gallardón por reivindicarse a sí mismo es un síntoma evidente de que no tiene abuelas en el partido que le aplaudan. Tiene que saber que muchos de sus compañeros son más de Aguirre, incluida la cúpula de Génova. Gallardón tiene los pies y la cabeza en el cielo. Se ha venido arriba como un globo de gas. Quizás le baje los humos reconocer que hay mucho votante del PP que no comulga con él en Madrid. Además, con un contrincante como Sebastián arrasa cualquiera. Hay gente que no aguanta la insolencia del alcalde de Madrid: lo ven más de izquierda que de derechas, muy afín a los chicos de Prisa. Lo ven enemigo de la tradición católica y de la familia. Hay que reseñar que Alternativa Española ha obtenido 7.000 votos en la ciudad que son 7.000 toques de atención a la prepotencia del Rey de los Parquímetros.
A Gallardón le falta autocrítica y transparencia para dar confianza, requisito indispensable para el buen gobernante. Además, ir de número dos en las listas de Rajoy puede conllevar efectos secundarios. Si en algunos sectores de Madrid cae mal, imagínense en el resto de España...
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